Historia
Los primeros pasos de la evangelización (1848)
El año 1848 el Presidente de Chile, Don Manuel Bulnes, solicitó, por intermedio de Don Ramón Luis Irarrázaval, a quien designó como Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante la Santa Sede, el envío a Chile de un gran número de misioneros para que emprendieran una labor de evangelización en la región de Araucanía.
El 23 de octubre de 1848, después de cinco meses de navegación, llegan a Valparaíso los doce primeros sacerdotes misioneros de la Orden Capuchina de nacionalidad italiana, entre los cuales también venía el primer sacerdote capuchino bávaro, Padre Tadeo Schmalzl.
La misión en Araucanía y las primeras escuelas
No era empresa fácil la que tenían que emprender y, venciendo un sin número de dificultades y firmemente apoyados en su fe, en su condición de apóstoles y su afecto a la raza araucana, lograron internarse en la escabrosa zona del Cautín y del Toltén e instalar Misiones en el corazón mismo de la Araucanía.
Pronto descubren que es imprescindible atender a la educación de los niños y jóvenes, por lo que deciden crear las primeras escuelas e internados, conocidas como las escuelas misionales.
El Padre Constancio se instaló en la Misión “Bajo Imperial” (comuna de Saavedra), donde fundó la primera escuela misional denominada “Stella Maris”, en el año 1851, y al cabo de unos meses de funcionamiento logró una matrícula de 28 alumnos, cien por ciento mapuche.
Los primeros profesores de estas escuelas fueron los propios capuchinos y algunos laicos a quienes tomaron como ayudantes.
Como es de suponer, las primeras escuelas funcionaron en locales improvisados, sin las mínimas comodidades, a las que los alumnos acudían muchas veces con temor y no por voluntad propia.
El impulso de la educación misional (1913)
“… para la civilización de la Araucanía necesitamos escuelas, escuelas y otra vez escuelas.”
Así señalaba una carta enviada al Gobierno de Chile en el año 1913, por los sacerdotes Guido Beck de Ramberga y Jerónimo de Amberga, primer párroco de Padre Las Casas.
El padre Jerónimo y muchos otros misioneros creían que la organización escolar era cosa del Estado, y que a los misioneros les correspondía únicamente preocuparse de las buenas relaciones con el profesorado y de hacer clases de religión. Sin embargo, debido a la falta de escuelas y maestros, se tomó la resolución de aumentar las escuelas misionales y preparar laicos comprometidos para la tarea de educar.
Crisis y desafíos educativos (1936)
Todos los proyectos y los esfuerzos que demandaban la construcción y mantención de las escuelas e internados, los párrocos los conversaban con Monseñor Guido y con sus profesores, quienes además desempeñaban la función de catequistas. Entre las dificultades se encontraba la Ley aprobada por el Congreso a fines de 1936, que establecía un sueldo vital para los empleados particulares, incluyendo a los profesores.
Las disposiciones de esta Ley ponían en peligro la existencia de la labor educativa que estaba desarrollando el Vicariato, pues los recursos con que se contaba no eran suficientes para dar cumplimiento a la norma y continuar sosteniendo todas las escuelas.
El nacimiento de la Corporación del Magisterio (1937–1938)
Así, poco a poco, surgió la idea de unirse con sacerdotes y profesores de otras parroquias y formar una agrupación que incluyera a todas las escuelas. De esta manera se aseguraba el derecho a obtener subvenciones estatales más rápidamente.
Finalmente, un grupo reducido de profesores de Padre Las Casas y alrededores, asesorados por dos sacerdotes capuchinos, tomó la decisión de crear la Corporación del Magisterio Primario de la Araucanía. Eligieron un Directorio y elaboraron los primeros Estatutos.
La primera reunión se realizó el 3 de enero de 1937, fecha en que se firmó el decreto de su creación. Sus estatutos fueron aprobados por Decreto Supremo Nº 2.946, del 15 de junio de 1938, del Ministerio de Justicia, fecha en que el Gobierno concedió Personalidad Jurídica.

Consolidación y expansión educativa
Esta institución nació por la iniciativa de un grupo de profesores católicos y el excelentísimo Señor Obispo Guido Beck de Ramberga, vicario apostólico de la iglesia de Araucanía en esa época.
Su organización facilitó enormemente la tarea de mejoramiento y ampliación de la obra educacional del Vicariato, creando numerosas escuelas y colegios, y manteniendo incluso aquellas de escasa matrícula en zonas rurales apartadas.
En abril de 1938, el Consejo de Defensa Fiscal estimó que debía ser Fundación, en atención a que “el objeto de la institución no va a redundar en beneficio de los organizadores o miembros como es el caso de las corporaciones, sino en el de la colectividad en general…”
La obra educativa en cifras (1944–1946)
En 1944, se impartía instrucción en 9 liceos y 218 escuelas primarias a más de 20.000 alumnos. Y, en 1946, al cumplirse el cincuentenario de la llegada de los Capuchinos Bávaros, existían en el Vicariato 19 internados con más de 12.000 alumnos, una planta de 145 profesores seglares y 196 religiosas dedicados a la enseñanza.
Adaptación a los nuevos tiempos
A los estatutos con los cuales se dio origen a la institución, se les han realizado las modificaciones necesarias de acuerdo a los requerimientos de los tiempos modernos.
